Como en cualquier otra actividad profesional, el trabajo de guía de barrancos a veces se vuelve un poco «rutinario». Me refiero a que muy a menudo el trabajo se desarrolla en un círculo relativamente reducido compuesto por los mismos cuatro ó cinco barrancos…Pero de vez en cuando salimos de la rutina, por ejemplo con algún cliente que repite o triplica actividad contigo … otras veces son clientes curtidos en esta actividad y que están acostumbrados a hacer descensos de manera autónoma, pero que te contratan para acometer descensos más exigentes…
Éste último fué el caso cuando recibí la llamada de Inés y Ángel, dos madrileños que pasaban su semana de vacaciones en Liébana. Ya tenían hechos por su cuenta varios de los clásicos cántabros (Aján, Navedo, Cicera), y buscaban algo más salvaje, recóndito..menos comercial también. Me propusieron el barranco de Riofrío… y yo encantado claro!
Recuerdo la primera vez que descendimos en mayo de 2010 ese barranco, el grupo estaba formado por David Villar, René Canal, Sergio Vidal y el que escribe éstas líneas. La única información que existía en áquella época en internet, era totalmente desacertada y falsa…describía el Riofrío como un barranco sin rápeles que descendían las empresas de aventura de la zona…nada más lejos de la realidad en lo que a rapeles se refiere! De hecho estoy seguro de que quién publicó dicha reseña en internet, no había descendido el Riofrío partiendo de Cucayo…grave irresponsabilidad!
A pesar de ello, y gracias al sentido de la prudencia que debe caracterizar a todo barranquista, llevamos unos 40-50 metros de cuerda, cordinos, maillones, material para espitar, etc. y nos encontramos un barranco virgen en su primer tramo (desde Cucayo hasta la zona del río a la que se llega al bajar por la canal que hay entre los túneles de la carretera), con unos cuantos rápeles desde árboles, destrepes variados y una cascada de unos 18 metros sin anclajes naturales que tuvimos que espitar para poder descenderla…un poco más adelante, al entrar en el característico pasillo de altas paredes ya encontramos el primer rápel instalado con un cáncamo. Llegamos entonces a la conclusión de que habíamos abierto este primer tramo del barranco y de que las empresas de aventura que lo trabajaban en el pasado accedían hasta el cauce por la canal que hay entre los túneles de la carretera, no empezaban en Cucayo. Misterio resuelto.
Foto de grupo en mayo 2010
En éstos diez años transcurridos, se ha descendido el Riofrío por bastantes grupos de barranquistas, habiéndose instalado la mayoría de las verticales con parabolts y anillas. En el descenso que efectué el 1 de septiembre de 2020 con Inés y Ángel, encontramos al menos dos cabeceras en las que una de las anillas había sido robada (ó bien el río durante las crecidas llega a la altura del anclaje aflojando la tuerca)…mal asunto en cualquiera de los dos casos. También vimos un par de cascadas instaladas que preferimos evitar destrepando, pues nos parecían rapeles que podían ser conflictivos. Hicimos el descenso desde Cucayo hasta el puente de Bárago, acabando la jornada con unas cervezas en el bar de Cucayo. Inés y Ángel estaban muy contentos pues habían descendido uno de los barrancos imprescindibles de Cantabria.
Ángel e Inés en la misma cascada que la foto anterior.
Es recomendable entrar al barranco de Riofrío con caudal bajo (verano), saber enrasar la cuerda en las verticales (que la cuerda quede justo por encima del agua en recepciones acuáticas) y dominar el destrepe, pues se destrepa un montón! A pesar de estar actualmente bastante equipado, llevar algo de cordino, maillones y alguna chapa por si acaso no está de más…
Podeis encontrar más información sobre éste barranco en el siguiente enlace:
http://penaluro.blogspot.com/2016/09/barranco-rio-frio-liebana.html
Sergio Torío Castañeda
Guía de Barrancos (Técnico Deportivo en barrancos)
Socio nº 600 de la Asociación Española de Guías de Montaña
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